sábado, 21 de marzo de 2015

Los milagros tienen su propósito


Por mucho tiempo me estuve haciendo la siguiente pregunta: ¿Por qué alguien está dispuesto a morir por la fe?  No me refería a cualquier persona, sino específicamente a personas que habían vivido y dedicado su vida a otra religiones, como por ejemplo el islam.  
¿Cómo alguien obtiene tanta fuerza para aceptar una nueva religión y estar dispuesto a morir e ir en contra de los principios de su familia?  De alguna forma debió haber nacido una super fe en la vida de esas personas.  Pero, ¿cómo?

Cuando vi el testimonio de Padina sentí que Dios me contestaba todas esas interrogantes.  No era tan difícil reconocer que Dios sigue haciendo milagros en la vida de las personas.  He escuchado muchos testimonios de personas que se han convertido al cristianismo de otras religiones y del ateísmo.  Las mismas relatan cómo Dios hizo un milagro en su vida.  De la misma forma, personas que han estado sumergidas en el mundo de las drogas han testificado que Dios los sanó y que de repente la adicción desapareció.

¿Te has preguntado alguna vez por qué oras por un milagro y no se da?  Aunque cada caso es individual, me he dado cuenta de que los milagros tienen un propósito que va más allá de la sanación física y de librar a alguien de la muerte.  Pienso que no es lo mismo que un cristiano le pida un milagro a Dios que uno que no lo sea.  Lo normal es pensar que Dios no va a oír a una persona que no sea cristiana.  Pero he podido ver cómo Dios rompe los paradigmas una y otra vez.

Una persona que ha vivido toda su vida bajo el islam, por decir una religión, necesita de un milagro contundente para que se dé cuenta del poder de Jesús y de que en verdad El es real.  Un cristiano no debe recibir un milagro con esa intención.  Pienso que cada vez que un cristiano recibe un milagro hay un incrédulo mirando y ese milagro lo puede llevar a dar un paso en dirección a Cristo.

Son muchas las razones por las que Dios puede hacer milagros en la vida de una persona.  El es soberano y hace como quiere.  Sin embargo, pienso que a Dios le interesa más la salvación de las almas que sanar el cuerpo físico.  No quiero desalentar a nadie a orar por un milagro, pero sí tenemos que someternos a Dios y aceptar su voluntad, sea cual sea.

A cada rato escucho personas declarando que van a recibir un milagro.  Hace unos días escuchaba una estación de radio y llamó un hermano pidiendo oración por sanidad y el locutor decía: "Hecho está, ya estás sano."  Mi pregunta es la siguiente: ¿Y si en los planes de Dios no está sanar a esa persona?  ¿Qué tanto se puede manipular a Dios?  Yo soy de los que pido sanidad pero sometido a la voluntad de Dios.  Si tener fe fuera sinónimo de que Dios tiene que aceptar mi petición, creo que habría muchas personas de 300 y 400 años de vida caminando por el mundo por su fe.  Todos vamos a morir en algún momento y eso no significa que no haya fe.

El peligro de todo esto es que cuando la contestación de Dios no es la esperada, pudiéramos experimentar una sensación de culpa y de que no somos dignos de acercarnos a Dios, aun cuando a través de Jesús tenemos acceso directo al Padre.  Esto nos puede llevar a perder la fe y pensar que todo esto es un espectáculo para atraer feligreses.

La fe en Cristo nos garantiza la entrada a la eternidad junto a El.  En otras palabras, nos lleva a la salvación de nuestras almas.  Al fin y al cabo el propósito principal de los milagros es que sirvan de testimonio para salvación de las almas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario