miércoles, 8 de enero de 2014

La Navidad Parte III - ¿Dónde quedó la Navidad?

Esta es la tercera y última parte de una serie de críticas sobre cómo la Navidad se ha convertido en una época para celebrar fiestas sociales, dejando atrás la razón de ser de la Navidad.  Tan es así que sin darnos cuenta ya el "Merry Christmas" o "Feliz Navidad" está siendo sustituido sutilmente por un "Happy Holidays" o "Felices Fiestas".  El problema es que esto se escucha bonito y está siendo adaptado hasta por los cristianos.  Decir "feliz Navidad" no es lo mismo que "felices fiestas".

Resulta irónico y me molesta en gran manera ver que de repente en medio de una de estas actividades sociales alguien se levanta para orar.  Y no es el hecho de orar, sino que se está utilizando esa oración para calmar la conciencia de manera temporera y poder senitr que se mencionó a Dios por lo menos en algún momento.  Podemos ver cómo las personas cierran los ojos, repiten parte de la oración, luego abren un ojo para ver si alguien está mirando y tan pronto dicen "Amén" que venga el palito.  

Celebrar la Navidad no debe ser un evento social sino espiritual, donde le demos las gracias a Dios por haber enviado a Jesús para salvarnos y darnos vida eterna junto al Padre.  Es una buena oportunidad para compartir con los demás nuestro testimonio de lo que el nacimiento de Cristo ha significado en nuestras vidas.  Es una época donde seguramente nos estarán invitando a más de una fiesta en la que podemos dar ese testimonio.

Como cristianos debemos ser cautelosos y evitar que los ofrecimientos del mundo apaguen nuestra responsabilidad de llevar las buenas nuevas del evangelio que comenzó cuando Cristo nació.  Es un evento tan significativo que deberíamos ser capaces de llevarlo en nuestros corazones todos los días de nuestra vida.

El nacimiento de Jesús no es uno más en esta Tierra.  Debemos entender quién era Jesús antes de haber nacido y para qué vino.  Las personas siempre repiten que Jesús nació pero me parece que son pocos los que entienden este acontecimiento.  Si logramos internalizar que Jesús estaba compartiendo la misma esencia de Dios y que lo dejó todo por nosotros, entonces le veremos el sentido a la celebración.  Solamente hay una explicación para que Jesús se despojara de sí mismo y decidiera ser como uno de nosotros.  Tiene que haber un amor tan inmenso e infinito para que viniera a tomar nuestro lugar en la cruz y que a pesar de que seamos tan pecadores Dios decidiera buscar la forma de que nos acerquemos a El.

La Navidad no es un evento que ocurrió, es uno que debemos llevar constantemente en nuestras vidas a través de nuestro testimonio.  No dejemos de dar gracias a Dios aunque ya el pavo pasó.  Sigamos teniendo un corazón agradecido y humilde para que Dios pueda manisfestarse a través de nuestras vidas y que otros puedan ver la luz de Dios en medio de todas las tinieblas que nos tratan de oscurecer nuestras vidas.

Bendiciones.

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