¿Cuántas veces hemos experimentado situaciones y sentimientos que nos hacen sentir desesperanzados? Por ejemplo, no tener un trabajo donde nos valoren, que nadie nos tome en cuenta, sentir que todo nos sale mal, que no somos inteligente, la enfermedad y/o muerte de un ser querido, etc. Son situaciones que mientras más nos lamentamos más nos enredamos en ese sentimiento depresivo y más dificil es salir de eso. Se complica más la cosa cuando comenzamos a cuestionarle a Dios. Como creyentes tenemos varias herramientas para luchar y sobreponernos de estas situaciones que nos hacen sentir derrotados.
Contar las bendiciones nos hace entender que tenemos muchas cosas por las cuales ser agradecidos, especialmente de Dios. Este es el primer paso para nuestra recuperación. Vamos a darnos cuenta de que tenemos muchas cosas por las cuales luchar y no darnos por vencidos. Pero no debemos limitarnos a contar nuestras bendiciones porque podemos caer en la trampa de cuestionar más a Dios. ¿Cómo es eso? Por lo general, cuando contamos las bendiciones comenzamos recordando desde lo primero o más viejo hasta que nos acercamos poco a poco a la situación actual. Cuando llegamos al presente pudieramos “chocar con la realidad” y cuestionarle a Dios nuevamente por qué me estás haciendo eso o por qué lo permites.
Para contrarrestar esta situación tenemos que hacer otro ejercicio: pensar en las situaciones difíciles pasadas y ver cómo se fueron superando. Con esto veremos que Dios nos ha estado ayudando a lo largo de toda nuestra vida. Logramos ver que los problemas siempre han tenido una solución y que el de ahora no será la excepción. Aunque siempre el problema de hoy pudiera sentirse peor que el de ayer, haciendo este ejercicio pudiéramos encontrar alguno cuya magnitud se pueda comparar con el actual.
Otra herramienta que tenemos es al Espíritu Santo morando en nuestras vidas. Como creyentes sabemos que cuando aceptamos a Jesucristo el Espíritu Santo viene a morar en nosotros y comenzamos a dar frutos (Para mayor detalle de los frutos del Espiritu se pueden referir a http://www.puertoricoensusmanos.blogspot.com/2013/12/el-fruto-del-espiritu.html) . El Espíritu nos va a ayudar a mantener la mirada fija en Dios y poder caminar con confianza y fortaleza. Cuando nos desviemos también nos lo dejará saber para que nos arrepintamos y volvamos al camino.
Todo esto es teoría. La práctica nos toca a nosotros. Para ello debemos tener una actitud adecuada, tomar una decisión categórica de que no queremos estar más agobiados, no queremos más depresión en nuestras vidas, querer disfrutar de la vida en abundancia que Jesús nos ofrece.
La situación es que en términos generales y por alguna razón que yo no entiendo, todos queremos estar peor que los demás. No importa lo que alguien nos cuente, nosotros tenemos una historia peor: “Eso no es nada, lo que me pasó a mi fue…”, “sí, pero por lo menos tú tienes a alguien que te ayuda…”. Sabemos que es así. Debemos comenzar a quitar estos pensamientos de lamentaciones de nuestras vidas y nuestros espíritus. Si no lo hacemos, nuestra actitud no ayudará mucho a superar el problema. Pudiera parecer difícil pero te aseguro que podemos. Lo que sucede es que a veces sentimos que si cambiamos nuestra actitud estamos resignándonos. También puede que nos guste sentirnos sufridos y ser víctimas de las circunstancias. Así lo que lograremos es hundirnos más.
Si sigues convencido de que es imposible cambiar la actitud piensa en alguna ocasión en que hayas estado envuelto en alguna discusión fuerte con algún amigo, hijo u otro familiar. De repente suena el teléfono y antes de contestar, respiras hondo, te sacudes un poco y contestas con un agradable “Hello, ah, muy bien y tú? ¡Qué bueno que llamaste…!” Y aquí no ha pasado nada. Otro caso puede ser cuando estás sola llorando por algún problema y alguien te llama. Inmediatamente te levantas, te lavas la cara, te miras en el espejo, esperas a que los ojos pierden el rojizo delatador y sales con tu mejor cara. Y aquí tampoco ha pasado nada.
Tenemos la capacidad de sacudirnos ante el problema y dar nuestra mejor cara. En adición, tenemos al Espíritu Santo morando en nosotros quien nos va a fortalecer y capacitar para enfrentar las situaciones. También tenemos nuestros recuerdos de las veces que hemos salido airosos de un problema y el recuento de todas las bendiciones que tenemos.
No hay razón para estar deprimido. Jesús murió por nosotros y nos regaló la vida eterna. Creo que podemos aguantar 100 años aquí en la Tierra. La eternidad con Cristo nos espera y, al fin, ya no habrá más llanto, ni más tristeza, ni más dolor. Razón suficiente para levantarnos.
Dios nos bendiga.