Reciéntemente vi un video del pastor David Diamond pidiendo perdón por lo que él llama una "imprudencia cibernética". No sabía lo que estaba pasando y busqué más detalle. Lo que encontré me dejó momentáneamente sin palabras. Una mujer estaba haciendo acusaciones de que el pastor la estaba acosando a través de las redes sociales. No voy a entrar en los méritos de este caso pero sí quiero opinar sobre ciertas cosas.
He tenido la oportunidad de escuchar alguna de sus predicaciones y de su testimonio de conversión. Me parecía muy firme en sus convicciones y no tenía dudas de que era un siervo de Cristo. Cuando vi los comentarios que hizo a la mujer me dio mucha verguenza. No podía creer lo que leía, parecían expresiones de una persona que nunca había conocido al Señor. Sin embargo, yo sé que no es así. Sus testimonios siempre fueron contundentes. No siento en mi corazón señalarlo pero tampoco puedo justificar sus acciones.
Todos estamos vulnerables a cometer pecado pero Dios nos ayuda siempre a mantenernos firmes. Hay ciertos pecados que se pueden evitar con anticipación. Una vez identificamos nuestras debilidades debemos evitar ese pecado como dé lugar. En este caso me parece que las redes sociales fueron la carnada para relacionarse con una persona y comenzar un juego que nunca debió haber comenzado. Es muy probable que el pastor haya estado luchando con esta tentación desde hace mucho tiempo pero lamentablemente cedió.
Por otro lado me parece algo hipócrita los comentarios de la mujer victimizándose cuando por meses le había permitido el juego al pastor. Ella hace comentarios relacionados a que le dedica su vida a Dios. Sin embargo, tan pronto como el pastor soltó los primeros comentarios ofensivos, ¿por qué no lo detuvo o dejó de comunicarse? Hay que tener fuerza de cara para decir que él la hostigaba en contra de su voluntad. A mí no me dio esa impresión, pero...cada cual.
Ahora bien, ¿qué podemos aprender de esto? Creo que el más beneficiado a pesar de todo fue el pastor porque tuvo la oportunidad de ver a Dios cara a cara. Si su arrepentimiento fue verdadero deberá aferrarse más a la Palabra de Dios. Creo que Dios lo jamaqueó para que se diera cuenta de que era un ser humano con grandes debilidades y que tenía que mantenerse firme en El.
Aunque su comunión con Dios haya sido restaurada, las consecuencias del pecado deben ser enfrentadas. Su reputación al igual que su credibilidad han sido afectadas. Va a ser blanco de burlas y de comentarios que buscarán la forma de desanimarlo, apartarlo de Dios y de hacerlo caer de nuevo. Satanás aprovechará el momentum para "recordarle" que no es digno de ser perdonado, entre otras cosas. Dudo mucho que el mundo se olvide fácilmente de este suceso pero si se mantiene firme y orando, no tengo la menor duda de que va a vencer.
Por mi parte me doy cuenta de lo fácil que cualquier persona puede caer. Me asusta el hecho de personas que aparentemente viven en mejor relación con Dios puedan cometer tales pecados. Escuchaba a un predicador diciendo que ante Dios no hay diferencia entre el trabajo que puede hacer un pastor y el que puede hacer un plomero. Ambos deben ser trabajos que honren a Dios de igual manera. El ser pastor no es garantía de santidad ni de pureza.
Un hermano en la fe ha caído. Muchos se alegran pero los cristianos nos entristecemos por estos acontecimientos. No nos queda más que orar para que Dios pueda restaurarle la vida. Antes de juzgar examinémosno. ¿Estamos en condiciones de señalar y de juzgar o debemos orar para que Dios nos de sabiduría para huir del pecado?