domingo, 26 de octubre de 2014

Enfrentando el pecado

El siguiente estudio bíblico está basado Juan 8:1-9.

Este pasaje de la mujer adúltera es muy conocido por todos.  Los fariseos llevan a una mujer sorprendida en adulterio a donde estaba Jesús con la intención de utilizar sus mismas palabras para acusarlo.  Jesús muy astutamente dijo "el que de vosotros  esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella."  ¿Qué fue lo que exactamente pudo haber pasado ahí?

Tenemos que tener clara la premisa de que los fariseos querían acusar a Jesús a como de lugar para que lo arrestaran y eventualmente mataran.  Me imagino a los fariseos reunidos, planeando una emboscada a Jesús.  Luego de largas horas de análsis decidieron que uno de ellos iba a estar con la mujer y de repente iban a entrar los demás para así poder decir que sorprendieron a una mujer adulterando y comenzar así su plan.

Cuando los fariseos y escribas trajeron a la mujer ante Jesús le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio y, en la ley, nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres (Juan 8:4-5).  No se nos dice lo que Jesús estaba escribiendo en tierra pero por alguna razón se hace el desentendido.  Tal vez dándole la oportunidad a los fariseos a que pensaran mejor lo que estaban haciendo.  Además, la ley fue mal citada por los fariseos.  Veamos. 

Levítico 20:10 dice: "Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos."

Deuteronomio  22:22 dice: "Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel."

En esta situación como que a los escribas y fariseos se "les olvidó" traer también al hombre con quien adulteró la mujer. O...quizás estaba presente.

Jesús no se puso a discutir con nadie, sólo le bastó con enfrentarlos con su propio pecado para que poco a poco se fueran del lugar.  La frase "acusados por su conciencia" que menciona Juan en su relato es muy significativa.  Todos cometemos pecados y los fariseos tenían muy claro eso pero, ¿qué fue lo que hizo que su conciencia los acusara a tal punto?

Me parece que los fariseos cayeron en su propia trampa.  Jesús no se estaba refiriendo al simple hecho de que somos pecadares, Jesús fue más específico con los fariseos.  Me parece que lo que Jesús quiso decir o dijo fue lo siguiente: "el que de ustedes no haya adulterado sea el primero en arrojar la piedra."  La entrelínea fue que si la mujer era apedreada, ellos también deberían ser apedreados. Posiblemente todos los que estaban allí presente habían adulterado pero todos lo mantenían en secreto, aun entre ellos mismos.

De este pasaje se pueden sacar un sinnúmero de enseñanzas.  Una de ellas es que Dios nos conoce y nos enfrenta con nuestro propio pecado con la intención de redargüirnos y de restablecer nuestra relación con El.  Queda de nosotros si actuamos hipócritamente como los fariseos o en humildad como Jesús espera.

sábado, 18 de octubre de 2014

¡Qué días estos!

Como ya discutimos en la reflexión anterior, para caminar conforme a la voluntad de Dios tenemos que vivir en santidad.  Para evitar que el ser humano decidiera cómo llevar este tipo de vida, Dios promulgó una serie de leyes.  Estas leyes nos ayudan a entender cómo deben ser nuestra relación con Dios y con el prójimo para de esta forma llevar una vida agradable a Dios.  Cuando las personas fallan en seguir sus leyes hay resultados devastadores.

La Biblia nos dice que llegarán momentos en que dirán a lo malo bueno y a lo bueno malo (Isaias 5:20).  A través del tiempo las personas han decidido rechazar a Dios e invalidar sus leyes.  Entienden que Dios es anticuado y que se tiene que adaptar a la realidad.  Se olvidan de que la palabra de Dios permanece para siempre (Isaias 40:8).  ¿Desde cuándo el ser humano tiene sabiduría suficiente para decirle a Dios cómo debe actuar si aun la misma sabiduría hay que pedírsela a Dios mismo (Santiago 1:5)?  Vemos cómo las criaturas pretenden darle instrucciones al creador.  Totalmente ilógico.

Sabiendo que estas cosas iban a ocurrir, Dios preparó a su iglesia para que testifique de Jesús proclamando las buenas noticias del Evangelio y viviendo conforme a sus leyes.  De esta forma anunciamos al mundo que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre.  Pero el problema es que muchas "iglesias" han caído en la trampa de mezclarse con el mundo y aceptar sus recomendaciones con la idea de "atemperarse a la realidad".  Me parece que esto es una especie de apostasía.

El mundo ha querido aceptar como bueno conductas que, explícitamente, son abominación para Dios y que nos alejan de su presencia, afectando nuestra intimidad con Dios.  Tan es así que los gobiernos han estado aprobando leyes para supuestamente proteger los derechos de las personas que quieren vivir de cierta manera que violentan las leyes de Dios.  Es que la gente no se da cuenta que las leyes de este mundo no están por encima de las leyes de Dios y el querer cambiar sus leyes es un grave pecado.  Se les olvida, además, que en el juicio final seremos juzgados de acuerdo a las leyes de Dios y no a las del mundo.  Los gobiernos tienen la responsabilidad de buscar el bienestar de los ciudadanos y pueden aprobar leyes que cumplan con ese propósito.  Pero no deben, en ninguna manera, violentar las leyes de Dios.

La situación está tan mala que cuando queremos permanecer en los preceptos del Señor se burlan de nosotros y nos llaman fanáticos, intolerantes, anticuados, entre otros peyorativos.  Nosotros no somos mayor que nuestro Señor, si a El lo persiguieron a nosotros también (Juan 13:16).  Pero que bueno que tenemos el poder del Espíritu Santo que nos ayuda a mantenernos firmes.

Hace un tiempo, un grupo de jóvenes decidieron entrar al tren urbano y cantar una canción cristiana.  A raíz de esto surgieron comentarios malintencionados para llevar a la reflexión de que las personas que practican el satanismo también tienen derechos a hacer lo mismo y que no se les diga nada.  Esto a nivel del mundo pudiera verse como una "justicia" pues todos tenemos el "derecho de escoger la religión y al dios que queremos servir."




Aquí el problema es el siguiente.  Hemos hecho de la Verdad una alternativa.  Dios no es una opción, Dios es la realidad misma de nuestra existencia.  Pero no queremos, por miedo o por lo que sea, decirle a la gente que Jesús es el único camino para llegar al Padre (Juan 14:6).  Hemos decidido darle la oportunidad a las personas para que escojan a cuál dios servirle.  Nos estamos condenando a nosotros mismos y estamos condenando a otros (Mateo 23:13).  Si Dios expulsó a Satanás del cielo, ¿por qué tenemos que aceptar el satanismo como una opción? ¿Si Dios nos encomendó a llevar la Verdad, por qué la adulteramos a conveniencia?

Debemos estar firmes en el Señor y poder discernir lo que está bien y lo que está mal.  Ya no se está tolerando el mensaje del Evangelio y la gente se atreve a decir que somos los cristianos los que no toleramos.

A través de la Biblia vemos que Dios no puede ser burlado y tarde o temprano se hará justicia (Galatas 6:7).  Mientras tanto seguimos agarrados del manto de Jesús.  Nuestra recompensa será grande.  Pero debemos entender que la misericordia de Dios sigue vigente y busca que la mayor cantidad de personas acepten el llamado del Evangelio.  Nos queda trabajo por hacer.  Mientras los días se ponen más difíciles podemos tener la seguridad de que nuestra redención está cerca.  No desmayemos y sigamos cumpliendo con la gran comisión.

domingo, 12 de octubre de 2014

Una vida de santidad

¿Quién no ha escuchado alguna vez a alguien decir "sin santidad nadie verá al Señor?  Supongo que la gran mayoría lo ha escuchado.  A mí en particular me parece haberlo escuchado prácticamente toda mi vida.  Este tema surge muy a menudo cuando hablamos sobre la doctrina del arrebatamiento y el levantamiento de la iglesia.  Se nos dice que la iglesia debe ser una santa para poder ser levantada.  ¿Qué dicen las Escrituras?

La Biblia dice: "Seguid la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14).  Al parecer la santidad es un aspecto muy significativo para la salvación del ser humano.  El autor de Hebreos nos confirma que aún para nuestros tiempos la santidad sigue estando vigente como un requisito ineludible de la salvación.  No basta con que digamos que somos cristianos sino que tenemos que actuar como tal.  Santiago nos llama la atención al decirnos que los demonios también creen (Santiago 2:19).  Satanás cree y sabe muy bien quién es Jesús; tan es así que él mismo decidió tentarlo.  Esto no hace que Satanás sea un cristiano.

En el libro de Levítico se registra en más de una ocasión la santidad de Dios tanto de manera implícita (a través de las leyes) como explícita (Levitico 11:45Levitico 19:2), Este libro nos relata  las consecuencias del pecado haciéndonos ver que la desobediencia nos lleva a la muerte espiritual y que la obediencia trae consigo bendiciones.  Pablo estaba muy consciente de esta realidad y nos recuerda que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23).

Pero, ¿cómo estamos seguros de que estamos caminando en santidad?  Creo que más allá de lo que escuchamos y/o creemos, debemos ver qué dice el mismo Jesús sobre la santidad.  Nos movemos al Evangelio según San Juan 14:1-3.

1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuere, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
3 Y si mi fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

No me parece que haya una mejor forma de definir la santidad que como lo hizo el mismo Jesús.  ¿Pudieron verlo?  La clave se encuentra en el versículo 3 cuando Jesús dice "os tomaré a mí mismo".  Jesucristo tiene una gran expectativa de que nosotros, como cristianos, podamos llevar el mensaje del Evangelio como si El mismo lo estuviera haciendo.  Tenemos que vivir de tal forma que cuando Jesús nos mire se pueda ver a sí mismo.  El quiere poder manifestarse al mundo a través de nuestras vidas.  No podemos justificar nuestras inacciones diciendo que somos humanos y que jamás podremos imitar a Jesús como debe ser.  Tenemos el poder del Espirítu Santo que nos hace renacer a una nueva vida de poder espiritual que nos permite reflejar a Jesucristo en todo su esplendor.  Tenemos que poner de nuestra parte, tenemos que tener compromiso con el Evangelio y dejar que el Espíritu Santo haga su obra rendentora en nosotros y en la vida de los demás. Esa es la santidad sin la cual nadie podrá ser digno de ver al Señor.

Ahora, los reto a que cerremos los ojos por un momento e imaginemos que estamos en la presencia del Señor Jesús y nos está mirando fijamente a nuestros ojos y a nuestros corazones.  ¿Podríamos decir que nuestra vida es como un espejo que refleja Cristo o, por el contrario, somo un simple cristal transparente que cuando nos mira no ve nada? 

Ciertamente somos humanos y pecamos diariamente.  Pero cada vez que caemos Jesús nos extiende su mano y nos vuelve a limpiar para poder continuar su obra.  Queda de nosotros agarrar la mano de Jesus, levantarnos y continuar a la meta, como dice Pablo en Filipenses 3:13-14.

¡Que el Espíritu Santo nos siga redarguyendo y dirigiendo para poder ser buenos representantes de Jesús y poder vivir una vida santa en victoria!

sábado, 11 de octubre de 2014

¿Por qué hay tantas denominaciones cristianas? Por prensacristiana.org

Lo siguiente es un reportaje publicado originalmente en prensacristiana.org.
Existen muchas diferentes iglesias que se llaman Cristianas Protestantes. Estas divisiones dentro del Cristianismo Protestante se le conocen como “denominaciones,” y tal vez hayas escuchado de algunas, como “Pentecostal,” “Evangelista,” “Bautista,” “Adventista,” etc.
Pero, ¿de dónde salen las denominaciones Protestantes? ¿Por qué hay tantas? ¿Hay alguna que se equivoque?


sábado, 4 de octubre de 2014

jueves, 2 de octubre de 2014

¿Para quiénes son las señales del fin?

La mayoría de los estudiosos de las profecías coinciden en que nos encontramos en los últimos tiempos.  Pero, ¿cómo estar tan seguro de eso?  Es un hecho que cada día que pasa nos acercamos más a nuestra redención.  Sin embargo, me parece que este tema del fin del mundo es un asunto más para las personas cristianas que para los que no comparten el cristianismo.  ¿Cuál es la intención del Evangelio? ¿Traer personas a Cristo o anunciar el fin del mundo?

Hay iglesias que establecen que anunciar el fin del mundo pudiera tocar las emociones de quienes no han aceptado el Evangelio.  Me parece que, generalmente, quienes no han querido aceptar a Cristo por lo que El es no van a aceptarlo bajo otros argumentos.



Las señales del fin del mundo sirven más como una esperanza para todos los que estamos esperando al Señor Jesús.  Para los demás, esto pudiera ser ficción, fanatismo, intimidación, locura, etc.  Somos nosotros los cristianos los que tenemos que tener ese sentido de urgencia y sacar más fuerzas para seguir predicando el verdadero Evangelio.  Si entendemos que el tiempo se acaba tendremos esperanza de que pronto estaremos en Su presencia y tendremos compasión por los demás.  Pero tenemos que saber cómo expresar esa compasión.

De nada sirve ir a la calle a gritarle a todo el mundo que es hora de escapar del juicio de Dios, que tienen que arrepentirse, etc.  Para los ojos de los demás nos estamos haciendo perfectos y acusando a los otros de pecadores.  Muchas veces somos nosotros los que espantamos e impedimos a los demás venir a Cristo por tergiversar el mensaje.  Es por eso que cada vez que un cristiano peca o comete un error es señalado rápidamente.  Y, ¿para qué aceptar el mensaje de alguien que pudiera ser más pecador que yo? Esa es la pregunta de muchos.  Y la culpa la tenemos nosotros mismos por creernos que estamos en una posición privilegiada.  Ciertamente tenemos algo de ventaja por haber aceptado a Cristo en nuestras vidas, pero tenemos que estar claros de dónde vinimos para no caer en la tentación de juzgar a los demás, de manera consciente o inconsciente y “enviarlos al infierno”.

Todos somos pecadores y debemos tener cuidado de cómo señalamos el pecado ajeno.  Más allá de señalar el pecado de otros, debemos mantenernos firmes y buscar la santidad día tras día.

Somos llamados a llevar el mensaje del Evangelio a todo el mundo.  Tenemos que presentarle al mundo la alternativa de la salvación y orar por quienes no quieren aceptar el llamado.  Las señales de los últimos tiempos son para nosotros, no es para darle a nadie por la cabeza con las señales del fin.  Es para que nos demos a nosotros mismos y despertemos.  El tiempo se acaba y tenemos que hacer nuestro trabajo.