Si te sientes frustrado con Dios, es muy probable que hayas estado esperando una respuesta muy particular de parte de El que nunca llegó. Cuando esto ocurre debemos analizar cómo fue nuestra oración ante El y con qué propósito. Si oramos para darle instrucciones a Dios de lo que debe hacer estamos perdiendo el tiempo. ¿Qué nos puede hacer pensar que sabemos más que El? Si nosotros mismos no pudimos resolver un problema no tiene sentido que le digamos a Dios cómo debe resolverlo. Si fuésemos tan sabios no tendríamos que pedirle nada a Dios.
Cuando nos acercamos a Dios debemos hacerlo con la seguridad de que El sabe lo que necesitamos. También debemos hacerlo con humildad reconociendo nuestras debilidades y aceptando el consejo del Espíritu Santo para poder seguir la voluntad de Dios. Nadie dice que es fácil seguir a Dios. Hay muchos retos y murallas que debemos ir derribando según vamos avanzando en el camino de Dios. Precisamente para eso está el Espíritu Santo, para ayudarnos a alinear nuestra voluntad con la de Dios, pero debemos dejar que las cosas fluyan a su ritmo. La carne, la sociedad y el diablo ejercen presión para que pensemos que nosotros mismo podemos resolver nuestros problemas. Y si tuviéramos que pedirle algo a Dios que sea lo que yo quiero y como lo quiero. Demás está decir que el propósito de esta estrategia es que dudemos cada día más de Dios.
Todo esto comienza con un mal concepto de Dios. Desde pequeños nos han enseñado que cuando tengamos un problema oremos para que Dios lo resuelva. Pero con el tiempo nos damos cuenta de que no necesariamente Dios responde nuestras oraciones como esperamos. Dios siempre nos ha ayudado a lo largo de nuestras vidas. Si no lo crees, examina tu pasado y mira cómo has podido sobrellevar tantas situaciones que en un momento dado pensabas que no ibas a poder. Aquí el asunto es que tenemos que tener claro que nosotros somos parte de la creación de Dios y, como tal, no podemos ser más grandes que el Creador. El sabe las necesidades que estamos enfrentando y está dispuesto a ayudarnos y a darnos provisión.
Pidámosle a Dios con humildad y si no entendemos por qué Dios esta permitiendo algo, oremos al Espíritu Santo para que nos fortalezca. No tratemos de entender las razones por las que Dios hace las cosas, tratemos de aceptar que todo lo que Dios hace es bueno.
Recomiendo el siguiente link para más detalles:
Hace muchos años una maestra nos enseñó la siguiente oración que comparto para que la hagan suya.
"Padre, en tus manos encomiendo mi cuerpo, mi alma y mi espíritu. Hágase en mí tu voluntad y no la mía en todas las horas del dia y de la noche. Amén".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario